Se podría pensar que la osteopatía es un tratamiento para adultos, pero no es así, podría ser fundamental en recién nacidos.
Los bebés pueden sufrir pequeñas deformaciones en su cráneo debido a la posición intrauterina o a las presiones que se producen en el canal del parto, y más aún cuando se utilizan ventosas o fórceps.
Estas leves deformaciones pueden condicionar diversos aspectos de su desarrollo, produciendo a medio plazo problemas como torticolis, mordida cruzada, estrabismo, escoliosis, cólicos del lactante, entre otras… que si se tratan de forma temprana se podrían evitar.
¿Cuándo debemos llevar a nuestro bebé a un osteópata?
– Si observamos alguna deformidad en su cabeza, aunque sea leve.
– Si le cuesta succionar, no queda satisfecho o bien necesita comer cada poco tiempo.
Esto puede indicar que no succiona bien o que no deglute bien y se cansa.
– Si no gira la cabeza hacia uno de los lados, o bien tiene mucha preferencia por girar de un lado, o comer de un lado.
– Si está siempre inquieto, irritable, si duerme poco, puede indicar alguna tensión cervical o craneal, que no le deja descansar.
– Si tiene muchos gases o si tiene reflujo, puede padecer alguna tensión a la salida de los nervios digestivos o a nivel diafragmático.
No olvidemos que un bebé no tiene que respirar ni comer hasta que nace, y estas funciones se tienen que desarrollar desde cero.
– Si está estreñido.
– Si no coge las cosas con alguna de las manos.
– Si encontramos alguna diferencia evidente en los pliegues de las ingles.
– Si presenta un pie zambo.
Es importantísimo tratarlo en los primeros días de vida, así evitaremos una posible intervención quirúrgica.
– Bronquitis o cualquier dificultad respiratoria.
El normal funcionamiento de sus costillas y su caja torácica, así como de los nervios implicados en la respiración, es fundamental para su salud respiratoria.
– Mordidas anormales, deformidades del raquis, entre otras.
– Cualquier cosa que nos llame la atención como algo anormal.
¿Cuándo no es necesario llevar a tu bebé al osteópata?
Cuando el bebé realiza bien todo su «trabajo»: comer, dormir y eliminar.
Y además está tranquilo.
Si el bebé presenta fiebre alta es urgente que acuda al hospital, y no al osteópata.
Autor del post: José A. Naranjo Moreno para Synergia.